Powered By Blogger

domingo, 22 de julio de 2012

TERROR NUNCA MAS

 TERROR NUNCA MAS
ASÍ FUE EL INFIERNO
El año 1992 marco la vida de todos los peruanos. Inundo de tristeza y llanto a miles de hogares. Un 15 de julio el comando del Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso, arrebato la tranquilidad haciendo estallar un coche bomba en la cuadra 2 de la calle Tarata del distrito de Miraflores, teniendo como resultado la muerte de 25 personas y varios heridos.
El terrorismo homicida y su violenta ideología, extremista y totalitaria por 20 años nos daño. Perjudicó y solo trajo violencia y más violencia. Secuestros y matanzas eran como pan de cada día, temor y desconfianza solo quedaba. Todos sabemos que en esos años el país no marchaba bien, gracias a la incapacidad de nuestros presidentes.
Es increíble que entre los meses de enero a julio del año 1992, treinta y siete coches bomba estallaron en Lima Metropolitana, dejando 50 muertos quizás más. No hay duda, que era la ofensiva más intensa desatada por el Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso contra la capital y contra miles de personas inocentes que murieron injustamente.
No hay sentencia que valga para esos criminales; puesto que así tengan cadena perpetua no revivirán aquellas personas que fallecieron por culpa de su violenta ideología. Ahora hay jóvenes que apoyan a estos criminales sin conocer realmente la historia y el dolor de miles de peruanos no solo en el caso Tarata sino a nivel nacional. Es importante, tener en cuenta todo lo ocurrido y vivido detrás de este Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso; averigüen, investiguen y analicen y luego actúen.
No permitamos más derramamiento de sangre, ni llanto, ni dolor en nuestro Perú. Luchemos juntos para que esto NUNCA MÁS SUCEDA!!!
Vanessa Quiroga Carvajal, víctima de aquel atentado, pidió que el Estado cumpla con otorgarle la reparación civil prometida, de 10 mil soles, para poder solventar y continuar sus estudios universitarios y solicitó la donación de una nueva pierna ortopédica.

“Quiero contar lo que no ocurrió en 20 años. Me ofrecieron una reparación civil para mí y para mi mamá, pero hasta hoy no me dan nada. Aunque 10 mil soles es una suma irrisoria, aun así la necesito para continuar mis estudios de ingeniería económica que no puedo pagar”, dijo en la ceremonia denominada “Rosario por la Paz” en honor a las víctimas del atentado de Tarata.

Vanessa, ahora de 25 años, reveló que solo recibió donaciones hasta que cumplió 18 de años y luego ella misma ha tenido que cubrir los gastos motivados por el hecho de tener que usar una pierna ortopédica.

Invocó a los padres y a los abuelos a conversar con sus hijos y nietos sobre las acciones de violencia y sangre que dejó Sendero Luminoso en los años 80 y 90 y no dejarse engañar por el prosenderista Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef
LUCANAMARCA
Santiago de Lucanamarca, una remota comunidad campesina de los Andes peruanos, es remecida por la presencia de la Comisión de la Verdad y Reconciliación que viene a abrir las tumbas de los 69 fallecidos en la matanza del 3 de abril de 1983. Veinte años después surge la posibilidad de cerrar las viejas heridas pero la desconfianza recorre también las calles del pueblo. ¿Acaso no somos todos peruanos? se pregunta uno de los afectados. La historia de Lucanamarca nos muestra lo esquiva que puede ser la justicia.
Notas de los directores
Esta es una historia sobre la memoria, porque hay quien cree que la memoria es un camino para atrás, pero nosotros creemos que no, que recordar es un caminar hacia delante.
Los veinte años de violencia política dejaron más de 69 mil peruanos y peruanas muertos o desaparecidos a manos de las organizaciones subversivas o por obra de agentes del Estado. De cada cuatro víctimas de la violencia, tres fueron campesinos o campesinas cuya lengua materna era el quechua: Un amplio sector de la población históricamente ignorado, hasta en ocasiones despreciado, por el Estado y por la sociedad urbana. Por eso este documental es un intento por aprehender una parte del pasado y presente de nuestro país, para que esta invocación a la memoria sirva como conjuro y ciertas cosas no se repitan más.
No hemos pretendido hacer una historia de héroes y villanos. Más que respuestas, el documental intenta dejar preguntas que nos cuestionen como sociedad y como país.
Nota del Dr. Salomón Lerner (Presidente de la CVR)
Lucanamarca, representa uno de los casos emblemáticos que dio a conocer al país la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el 2003 con el propósito de reflejar el horror que nos dejó el conflicto armado interno. La complejidad de los hechos se refleja hoy en la memoria de los pobladores de este distrito que mantienen vivo el recuerdo para intentar comprender y evitar que vuelva a ocurrir.
El valor de este documental recae en preservar la memoria de lo ocurrido, a partir del testimonio de las víctimas sobrevivientes y los familiares de las víctimas fatales. Han transcurrido 25 años y su visión sigue siendo tan compleja como los hechos que antecedieron al fatídico día. A lo largo de este relato visual, queda plasmado el grado de enajenación que llegó a alcanzar el conflicto armado interno en el Perú. Que esta nueva mirada nos permita seguir avanzando en reconstruir la memoria de nuestro pasado reciente, condición inalienable para pensar la reconciliación


ACCOMARCA
La masacre de Accomarca fue llevada a cabo el 14 de agosto de 1985 en el poblado de Accomarca, en Ayacucho (Perú), por el Ejército del Perú[1] contra una supuesta base de formación terrorista de Sendero Luminoso que nunca existió. El pueblo entero fue borrado del mapa luego de la sistemática tortura y violación de su población. El número de hombres y mujeres desarmados, personas ancianas, niñas y niños que fueron asesinados ha sido informado, con divergencias, como de 47,[2] 69[3] o 74;[4] mientras que el número reconocido oficialmente es 69.[5]
La mañana del 14 de agosto de 1985, a dos semanas de iniciado el primer gobierno de Alan García, aproximadamente 25 soldados que conformaban la patrulla militar Lince 7 a la orden del subteniente Telmo Ricardo Hurtado Hurtado y del teniente Juan Rivera Rondón llegaron a Llocllapampa, anexo ubicado a tres kilómetros de Accomarca, y reunieron a los pobladores en la plaza del pueblo. Separaron a hombres, mujeres y niños para encerrarlos en tres viviendas a pesar de las súplicas de los comuneros. Luego violaron a todas las mujeres y seguidamente mataron a todos los pobladores: les dispararon, les arrojaron granadas y, por último, prendieron fuego a las casas con todos los ocupantes (muertos o heridos) dentro. De las 69 víctimas ejecutadas, 30 eran niños, 27 mujeres y 12 hombres.
En las semanas siguientes miembros de las FF.AA. asesinaron a varios testigos del múltiple crimen con el propósito de ocultarlo y sustraer a los responsables de la acción de la justicia.


PUTIS
Putis es un caserío rural al sur del Perú. Se encuentra localizado en el Distrito de Santillana, Provincia de Huanta en la Región Ayacucho.[1] Putis es conocido por haber sido el lugar de una fosa común durante la década de 1980, donde 123 personas, entre hombres mujeres y niños, fueron asesinados.
Según un informe preparado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el grupo subversivo Sendero Luminoso tuvo una activa presencia en la Provincia de Huanta desde que estalló el conflicto armado interno en el Perú en 1980.[2] En 1983, Sendero Luminoso asesinó al teniente gobernador de Putis, Santos Quispe Saavedra, y llevaron a cabo actos similares de violencia en las localidades cercanas; como resultado, los pobladores de Putis se vieron forzados a buscar refugio en las montañas.[3]
Para evitar esta amenaza, las Fuerzas Armadas establecieron una base militar en Putis en noviembre de 1984 y convocaron a todos los refugiados a volver a la comunidad.[4] A su regreso, en diciembre de 1984, los militares ordenaron cavar un foso a los hombres de la comunidad, luego reunieron a toda la población a su alrededor, ejecutaron a cada uno de ellos con armas de fuego y los enterraron en el hoyo excavado.[5] Se cree que la razón de estas ejecuciones fueron el hecho de que se consideraran sospechosos a los habitantes de Putis de simpatizar con Sendero Luminoso así como la intención de apropiarse y vender el ganado de la comunidad.[6]
El número total de víctimas es estimado en 123 hombres y mujeres pertenecientes a los poblados de Cayramayo, Vizcatánpata, Orccohuasi y Putis; 19 de ellos fueron menores de edad.[7] La Comisión de la Verdad y Reconciliación ha identificado dos fosas comunes en Putis, una a la espalda de la iglesia y la otra dentro de la escuela.[8] Algunos habitantes de Putis sobrevivieron a la masacre permaneciendo en las montañas, en donde se quedaron hasta que algunos de ellos retornaron en 1997; hacia el año 2002 unas diez familias vivían en Putis.[9]
En mayo de 2008, un grupo de investigadores forenses empezó tardíamente la exhumación de las fosas comunes de Putis siguiendo la recomendación que la Comisión de la Verdad y Reconciliación hiciera en 2003 de investigar todos los lugares donde puedan haber ocurrido tales masacres.[10] Cerca de 50 familiares de las personas asesinadas se sumaron a los investigadores para presenciar la recuperación de los restos de sus familias.[11] A pesar de los procedimientos de exhumación, nadie ha sido hasta el momento acusado por la masacre de Putis ya que el ejército peruano se rehúsa a dar una explicación sobre el incidente, aduciendo que toda la documentación relacionada fue quemada.[12]
De los 92 cuerpos investigados, el 45% corresponde a jovenes menores de 17 años, segun el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF).[13]